El día jueves 26 de abril viajamos a la
ciudad de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, acompañados por las profesoras
Elsa Neira, María Adela Sánchez, María Lalanne, Sandra Luca y Cristina Delgado,
y el aporte de los guías Rubén, Maira y Federico.
La ciudad fue fundada por Tomás Rocamora,
el denominado “fundador de pueblos” en el año 1783. Entre los
lugares visitados se encuentran el puerto de la ciudad, la plaza principal y
sus alrededores, el Colegio Nacional y el Palacio San José.
En la primera parte del viaje aprendimos
que el puerto es uno de los más activos económicamente de la provincia y
también que fue ensanchado artificialmente. A sus alrededores se destacan los
edificios gemelos de la AFIP y la Prefectura Naval.
La plaza principal lleva el nombre del
General Francisco Ramírez y ocupa 4 manzanas. En el centro se ubica un obelisco
en homenaje al general, mandado a construir por Urquiza en 1827. Los edificios
que rodean la plaza son los siguientes: la UNER, el centro cívico, la Basílica
de la Inmaculada Concepción, donde descansan los restos de Justo José de
Urquiza.
Enfrente de la plaza, se encuentra,
también, el Colegio Nacional, nuestra tercera parada, fundado por
Urquiza en el año 1849 y ampliado y reconstruido en 1940. En su patio principal
se halla un monumento tríptico, de tres bustos, de A. Larroque, J Clark y
Urquiza y un águila en su parte superior. En este colegio se formaron hombres
como Julio A. Roca, Frondizi, Beiró, Quijano, el Dr. Benigno Ferreira y
Victorino de la Plaza. Hay una creencia vigente en este edificio que dice que
si se camina por debajo de una lámpara en particular, ésta le traerá mala
suerte (debido a su antiguo funcionamiento a vela) y para contrarrestarla es
necesario frotar tres veces la nariz de un busto de Roca, ubicado en el
colegio.
Nuestra última parada, y la más importante,
fue el Palacio San José, residencia del General Justo José de Urquiza, en las
afueras de la ciudad, a 30 km. Debido a los inconvenientes que significaba
trasladarse hasta el centro por necesidades, Urquiza dispuso una pulpería en su
estancia que funcionaba por un sistema de bonos, que abastecía a los que
trabajaban para él. Se divide en 6 espacios diferenciados: el Parque Exótico,
el Jardín Francés, el Patio de Honor, el Palacio del Parral, el Jardín
Posterior y el Parque del Lago. En una habitación están resguardados los
cuadros originales que el pintor Juan Manuel Blanes realizó para Urquiza, que
detallaban las gloriosas batallas del último; en las galerías están expuestas
las copias como medida de seguridad. Este lugar es un claro ejemplo del
progreso que Urquiza quiso imponer en el país durante su presidencia, y eso se
ve en ciertas características innovadoras para la época, como el sistema de
agua corriente, la iluminación a gas, la capilla propia (aprobada por el Papa
Pío IX), el sótano utilizado para refrigerar la carne, el barco a vapor en el
lago artificial que poseía y la cocina con capacidad para más de 200 o 300
personas. Los guías nos explicaron detalladamente sobre el origen de la familia
Urquiza, la vida hogareña del general y sobre su muerte, permitiéndonos
compararla con la versión narrada en el libro El general, el pintor y la dama.
Terminamos nuestro día merendando a las
orillas del lago artificial con el sol poniente frente a nosotros.
Agradecemos especialmente a los directivos,
la profesora Neira, y demás docentes que nos acompañaron por hacer posible este
enriquecedor viaje.
4° de año de Naturales y Economía.
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