lunes, 7 de octubre de 2013

Coronados de gloria vivamos

La historia del Himno Nacional Argentino es bastante más compleja de lo que podría parecer a primera vista. Por lo menos, más compleja que la versión que nos enseñaron en la escuela. Y si bien a esta altura es conocido por todos que la letra original fue acortada, existe una larga serie de anécdotas y detalles que sólo son referidos por los especialistas en el tema. Aunque historiadores, musicólogos y periodistas le dedicaron páginas a la Canción Patria en libros y ensayos como Historia de los símbolos nacionales argentinos (Luis Canepa),  O juremos con gloria morir (Esteban Buch), El águila guerrera (Pacho O`Donnel) o Argentinos (Jorge Lanata), resulta difícil establecer las verdaderos acontecimientos que desembocaron en la creación del Himno, en vista de que las fuentes ofrecen diversas interpretaciones de los hechos, en algunos casos complementarias, en otros contradictorias.
Al parecer, todo comienza el 24 de mayo de 1812, con la representación en la Casa de Comedia de la pieza teatral El 25 de Mayo, cuyo final desembocaba en un encendido himno coreado por los actores, sobre música original de Blas Parera. Una versión más romántica de la historia señala que entre los espectadores se encontraba Vicente López y Planes, quien inspirado por esto habría escrito esa misma noche la primera estrofa de un himno que pronto reemplazaría al que se escuchaba en el teatro.
La partitura, escrita para orquesta, es aprobada también y el denominado Himno Patriótico se estrena en noviembre de 1812 en el Cabildo de Buenos Aires, tras lo cual comienza a cantarse según las indicaciones del decreto inicial. Al poco tiempo, razones prácticas simplifican las obligaciones de los escolares: el gobierno recomienda que los niños lo canten sólo una vez por mes, en día festivo. Ante esta situación, la obra pierde valor entre la sociedad de Bs. As.
Lo cierto es que la Asamblea General Constituyente convoca una vez más a la creación de un himno que de manera heroica resuma los ideales de la Revolución de Mayo y simbolice el entusiasmo patriótico del pueblo y durante la sesión del 11 de mayo de 1813, López y Planes da a conocer su obra y obtiene la aprobación unánime de la asamblea con el texto original que hoy conocemos.
Tampoco existe acuerdo unánime respecto del lugar donde el Himno Nacional fue ejecutado por primera vez. Según la tradición, tuvo su estreno en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, dama de la sociedad porteña de la época, asidua anfitriona de veladas musicales. Pero otras fuentes sostienen que el debut de la obra se produjo el 25 de mayo de 1813 al pie de la Pirámide de Mayo, cantado por los alumnos de la escuelita del maestro Rufino Sánchez. Y que el mismo día, por la noche, se entonó en el Coliseo Provisional. Esta segunda versión se fundamenta básicamente en que, tratándose de un encargo gubernamental de tamaña magnitud, difícilmente su estreno se confinara a un ámbito reducido pero no resulta descabellado pensar en un pre-estreno en las condiciones antedichas, ya que es muy probable que tanto López y Planes como Blas Parera fueran asiduos concurrentes de las Tertulia de los Thompson. Esta última obra alcanzó rápidamente gran popularidad y muy pronto quedó instalada en forma excluyente como canción patria, siendo interpretada tanto en eventos oficiales y sociales como también en el campo de batalla.
Así y todo la letra y música de nuestro Himno nacional, declarada también símbolo patrio, tuvo muchas reacciones adversas, detracciones, intentos de cambio sustanciales. Las reacciones ante el Himno resultan dispares desde épocas de Alvear, en funciones de Gala del Teatro Colón, pasando por desfiles históricos de los 9 de Julio, sin dejar de mencionar los sucedidos en Actos Patrióticos en la Casa Rosada y en espectáculos públicos y eventos deportivos.
Muchos años después, en 1990, la polémica parece resurgir cuando Charly García enfrenta un juicio por “ofensa a los símbolos patrios” al incluir, en su álbum Filosofía barata y zapatos de goma, una versión del himno adaptada a la estética del rock. Sin embargo a menos de dos años de ese episodio los tribunales autorizan la difusión de este nuevo arreglo y la polémica acaba por agotarse en el ámbito mediático.
En el año 2000 otro artista popular, Lito Vitale, prepara una nueva versión del himno para teclados y sintetizadores. La misma forma parte del disco El grito sagrado, que incluye además arreglos de otras canciones patrias, a cargo de intérpretes argentinos de diferentes géneros como Jairo, Sandra Miahanovich, Victor Heredia, Pedro Aznar y Juan Carlos Baglietto y en esta ocasión, no se genera ninguna polémica.

Sin embargo éste se ha mantenido musicalmente muy activo, solemne y hasta jactancioso por ser nominado unánimemente como uno de los Himnos más bellos junto a la Marsellesa (Himno de Francia).

Prof. Rodolfo Diorio

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