El director
Giullermo Aragonés supo interpretar en un escenario, si se quiere, corto de
escenografía, una excelente representación de las obras trágicas, sin necesidad
de un gran número de actores e incluso, sin precisar papeles masculinos.
Abrió el
telón con la obra Antígona de Sófocles. El
fragmento interpretado por dos talentosas actrices, Paula Ituriza y Romina
Lugano, describía a Antígona e Ismene respectivamente, discutiendo sobre qué
hacer con el cadáver de su hermano en las afueras de la ciudad. Aragonés supo infiltrar en la tragedia de
Sófocles sus modificaciones personales, haciendo de Ismene, por ejemplo, un
personaje mucho más fuerte y también con algunos aspectos de la obra argentina Antígona
Vélez de Marechal. Con un ligero
cambio de vestuario, la temática pasó a un drama romántico y la famosa obra de
Shakespeare apareció en escena. Sin siquiera necesitar la participación de
Romeo la interpretación de Lugano como Julieta pasó de jovial y enamorada a
melancólica y desamparada, que decide acabar con su vida. El papel del Ituriza
en esta obra fue tanto de personajes diversos como de narradora. La última sección de la puesta en escena, la
de La casa de Bernarda Alba, tuvo un tinte más violento y apasionado, en donde
la protagonista, Adela, es cuestionada y reprochada por todos los miembros de su
familia, la cual estaba conformada completamente por mujeres. Es preciso destacar las representaciones de Ituriza
en tres personajes distintos pero de igual ideología en desacuerdo a la
conducta promiscua de la protagonista enamorada y rebelde.
El objetivo
de Aragonés en esta interesante fusión de textos dramáticos fue destacar la
figura femenina como heroína, sumamente rebelde y altruista para dar una
interesante interpretación de estas obras tan conocidas.
La química
que generan las actrices en escena y el mensaje que transmiten, hacen que la
obra sea recomendable.
Sofía
Mateos - Florencia Malti 4° año de Ciencias Naturales